En la actualidad, mucha gente mediante el uso de las redes sociales hace críticas injustas hacia los periodistas. Esa gente habla de ellos pero si uno presta atención al contenido de esas críticas, va a detectar que carecen de argumentos sólidos. ¿A qué se debe esto? A que ese grupo de personas no entiende qué es un periodista. Entonces, vayamos al punto en cuestión: ¿qué significa ser periodista? En principio, ser periodista es tener buenas preguntas, buenos planteos frente a la realidad. Tal vez esto resulte algo irrelevante, pero no lo es. Ser periodista es iluminar lo que los poderes quieren que permanezca oscurecido. Y las consecuencias de ese acto, siempre son la incomodidad y el fastidio del que emana una atmósfera de sensación de vacío que les transmite a esos individuos que integran las élites poderosas, la certidumbre de que el negocio espurio entre ellos como agentes privados se terminó. Por eso, como dice el gran periodista Martin Baron, protagonista de la gran investigación del grupo de periodistas del periódico “The Boston Globe” denominado “Spotlight”: “Ser periodista es pedir cuentas a la instituciones poderosas”. Esas instituciones pueden ser políticas, económicas, eclesiásticas o sindicales. Entonces, se puede deducir que un periodista es alguien que cuestiona a los poderes frente a las dudas que tiene. La manera en que esas se manifiestan, es mediante las buenas preguntas. Ellas son las herramientas que constituyen las dos tareas esenciales del periodismo: la investigación y la verificación.
Ahora bien, ¿qué es lo que lleva a un periodista a hacer buenas preguntas a las élites poderosas? Hay un motor: la curiosidad. Y acá nos encontramos frente a la primera característica que tiene un periodista. Un periodista sin curiosidad, es lo mismo que un automóvil sin combustible: nada lo mueve. Sin embargo, falta mencionar un último acto que el periodista realiza una vez que investigó y verificó mediante varias fuentes independientes, la información que encontró acerca de esos individuos que atentan contra el interés público: la publicación. O sea, dar a conocer al público mediante un medio de comunicación (el que esté a su alcance), esa información que encontró y corroboró. Es como dice otro gran periodista, Jorge Lanata: “Nuestro trabajo como periodistas, es estar del lado del público y no del poder”. Por consiguiente, un periodista es un individuo curioso que mediante buenas preguntas, investiga sobre hechos vinculados a los intereses de los poderosos y los verifica, con el objetivo de dar a conocer al público lo que éste debe o necesita saber. Y eso que se da a conocer al público, está condensado en dos palabras: la verdad. Esto es, en cuanto a esencia conceptual, un periodista. Ahora bien, es fundamental mencionar que este muy buen oficio, el periodista debe ejercerlo con independencia: no debe estar comprometido con ningún otro interés que no sea el del derecho del público a conocer la verdad de los hechos. Es decir, no debe estar subordinado ni a los intereses de los grupos de poder mencionados, ni a los del dueño de la empresa para la que trabaja y tampoco debe dejarse influir por sus prejuicios.
Por último, hay que tener cuidado: ser periodista no es informar lo que a cualquiera se le ocurra. O sea, no es publicar cualquier cosa. Un periodista, como todo guardián del interés público, tiene ética y moral: informa lo que debe informar. Como dije anteriormente: lo que el público debe o necesita saber. Y por esto, siempre respeta el límite o la frontera que establece la vida privada de las personas. Cabe recordar lo que decía el maestro del periodismo, Javier Darío Restrepo: “El periodista ético es eso: un valor de toda la sociedad, y defenderlo para que mantenga todo su peso moral y su credibilidad, es parte de su responsabilidad con toda la sociedad”. Si sos periodista o estás estudiando para serlo, probablemente te habrás identificado con esta reflexión. Por ese motivo, te deseo un feliz día del periodista.
Luciano Ingaramo