Hasta en el cine de Kubrick, la verdad -aunque bien escondida- puede ser encontrada con paciencia, rigor y una linterna bien enfocada.

Durante 45 años, una imagen en blanco y negro  atormentó a cinéfilos, teóricos del cine y seguidores de Stanley Kubrick por igual. Se trata de la fotografía final de El resplandor, en la que Jack Torrance aparece sonriente en una fiesta del hotel Overlook celebrada en 1921. ¿Era una alegoría del tiempo cíclico? ¿Una clave oculta de la narrativa?

El enigma visual más inquietante de Kubrick

Hasta ahora, nadie había podido descubrir el origen de esa imagen. Pero en 2025, el periodista Aric Toler del New York Times resolvió el misterio. Gracias a una investigación colaborativa que incluyó archivos, foros de Reddit y testigos del rodaje, se descubrió que la foto fue tomada el 14 de febrero de 1921 en el Empress Ballroom del Royal Palace Hotel de Londres.

La imagen original —propiedad de la ya desaparecida agencia Topical Press— fue modificada para reemplazar la cara del bailarín Santos Casani por el de Jack Nicholson, en un proceso artesanal que todavía impresiona por su verosimilitud.

El fotógrafo del rodaje, Murray Close, y la retocadora Joan Smith confirmaron haber trabajado con varias copias físicas de la imagen. Sin embargo, fue el archivo Hulton de la BBC, actualmente parte de Getty Images, el que contenía la versión original, mal catalogada desde 1958. Una ficha de licencia con fecha del 10 de octubre de 1978 y cedida a Hawk Films resolvió definitivamente el rompecabezas documental.

El detalle obsesivo de un genio

La fotografía prueba una vez más la legendaria obsesión de Kubrick por la precisión histórica y visual. Mientras algunos pensaban que la escena era de 1923, el director siempre afirmó que representaba 1921. Y estaba en lo cierto. Este descubrimiento añade otra capa a la complejidad simbólica de El resplandor, una película que alimentó teorías y debates durante más de cuatro décadas.

Lo que parecía una creación digital o una invención de utilería resultó ser una imagen auténtica, rescatada y resignificada por Kubrick. La revelación no elimina el halo de misterio de la película, pero resuelve uno de sus enigmas más icónicos. Como bien concluye Aric Toler, “la respuesta estaba ahí fuera… sólo hacía falta buscarla”.