Un día como hoy hace 45 años, fallecía a los 78 años Juan Domingo Perón, uno de los presidentes que marcó una bisagra en la historia del país.
Perón es recordado por su sello de justicia social, marcado con los derechos sociales otorgados al sector obrero junto a los del estatuto del peón rural y el personal doméstico, que recibió fuertes críticas de la clase alta, ya que antes el peón de campo sólo tenía los derechos que su patrón le asignaba. Estas medidas, fueron implementadas por quien entonces era un teniente coronel del Ejército y ocupaba tres cargos en la dictadura del militar Edelmiro Farrell. Uno de ellos, era el de secretario en la Secretaría de Previsión y Trabajo. Usó puntualmente este cargo público, como plataforma para ganar las elecciones presidenciales del 24 de febrero de 1946, objetivo que concretó con su compañero de fórmula Hortensio Quijano con la obtención del 52% de los votos. Fue reelecto en las elecciones del 11 de noviembre de 1952 mediante el 62% de los votos con el mismo compañero de fórmula.
Al final de su segundo mandato, concluido el 16 de septiembre de 1955 a causa de un golpe de Estado, dejó un país parcialmente industrializado y con la economía en mal estado. Luego, partió hacia su exilio a Paraguay el 3 de octubre de 1955 en un hidroavión. El partido político que él había fundado con el nombre de Partido Laborista en 1945 (que el 24 de mayo de 1947 pasó a llamarse Partido Justicialista), estuvo proscripto durante 17 años. Su exilio político lo llevó de viaje por Paraguay, Panamá, Venezuela, República Dominicana y finalmente España, donde se acentó a mediados de enero de 1960 en la quinta “17 de octubre” en la localidad Puerta de Hierro de Madrid, España. El nombre de la quinta, se debió al día en que una convocatoria espontánea de obreros reunidos en la Plaza de Mayo, pidió por la liberación de Perón, que se encontraba preso en la isla Martin García. Aquella jornada calurosa (17 de octubre de 1945), es considerada el nacimiento del justicialismo.
Tras casi 18 años de proscripción, el general Perón volvió a Buenos Aires, Argentina el 17 de noviembre de 1972. Dos días después, tuvo una reunión con el líder de la oposición, (el radical Ricardo Balbín), con el cual concretó el recordado abrazo Perón-Balbín. Luego, estuvo unos pocos días y regresó a la ciudad de Madrid. Desde allí, apoyó la candidatura presidencial de Héctor Cámpora, a quien consideraba uno de sus hombres más leales.
Volvió definitivamente el 20 de junio de 1973. Aterrizó en el aeropuerto de Ezeiza. Había vuelto con la intención de concretar la unidad nacional, es decir, la pacificación del país.
El trágico episodio de la masacre de Ezeiza ocurrida el mismo día, en donde sectores de las organizaciones guerrilleras de la izquierda comunista del peronismo se enfrentaron con los de la derecha peronista mediante tiroteo que dejó muchos muertos, descolocó al líder del justicialismo, a tal punto que terminó afectándole su delicada salud. Su historia clínica mostraba que tenía un incipiente cáncer de próstata, pólipos, insuficiencia renal y era un paciente esfitematoso.
Varios meses más tarde, una vez concluido el fallido gobierno de Cámpora, (por el cual Perón se sintió traicionado ya que éste vio con claridad que el otro se dejó dominar por la izquierda comunista) y el régimen interino de Raúl Lastiri, Perón ganó las elecciones del 23 de septiembre con la fórmula Perón-Perón, es decir con su esposa, María Estela Martinez de Perón, (apodada “Isabelita”), nuevamente con el 62% de los votos. En realidad, Perón nunca estuvo de acuerdo con que su esposa fuera su candidata a vicepresidente. Su idea original era que su compañero de fórmula fuese Ricardo Balbín, pero José López Rega -quien era su secretario privado-, maniobró para evitar que eso sucediera.
En su tercera y última presidencia (1973-1974), Perón aplicó un modelo que esencialmente se basaba en una economía de desarrollo sustentable. La base estuvo orientada a sostener la política económica desarrollista, con la participación central del Estado y apoyada en el diálogo con los trabajadores, los empresarios y los sindicatos. Este último mandato, se caracterizará por su carácter represor hacia el ala comunista. Perón rechazará cualquier intento de transformar su movimiento en un experimento comunista. A causa de esto, los grupos armados de izquierda, que hasta entonces habían aceptado que este tercer gobierno fue electo por el voto democrático, van a reanudar sus acciones armadas. Perón combatirá la subversión de los grupos guerrilleros con la represión legal de la Policía Federal y se opondrá, tanto en público como en privado, a armar un grupo represor al margen de la ley. Sin embargo, su secretario privado y ministro de Bienestar Social José López Rega, comenzó a crear durante el primer semestre de 1974, Triple A (Alianza Anticomunista Argentina), un grupo clandestino integrado por policías retirados, militares, agentes de la SIDE y hasta por delincuentes comunes, cuyo objetivo era eliminar lo que se consideraba una “infiltración marxista” en el peronismo. La misma iba a funcionar como una federación de grupos y no tenía una conducción centralizada. El financiamiento se iba a hacer con el desvío de fondos públicos del ministerio de Bienestar Social. El objetivo era perseguir, secuestrar, torturar y eliminar a los sectores de la izquierda comunista infiltrados en el peronismo.
Su último discurso, lo dio en la Plaza de Mayo el 12 de junio de 1974. Ante una multitud reunida, sus últimas palabras sonaron al anuncio de una despedida: “Yo llevo en mis oídos la más maravillosa música que para mí, es la palabra del pueblo Argentino”. Ese memorable discurso, fue su última aparición pública.
El Dr. Carlos Augusto Seara, un cardiólogo que era uno de sus médicos, recuerda cómo estaba el General Perón en el momento previo de su muerte, el lunes 1 de julio de 1974: “Estuvo somnoliento y podía hablar. Su enfermera, Norma Byron, me dijo que Perón tuvo una sensación de que se descomponía y le dijo: esto se acabó. Y ahí perdió el conocimiento y empezó toda la maniobra de resucitación”.
El último Perón, el de la madurez, dejó viva la llama que no pudo erigir en un faro esplendoroso: su anhelo de fraternidad, de institucionalidad, de progreso genuino. Intentó formar un gobierno de auténtica unidad nacional con Ricardo Balbín, antes de que se le impusiera la fórmula Perón-Perón. Este deseo, quizás es la mejor parte de su legado. Perón fue el fundador del justicialismo y el único político electo presidente de la Nación tres veces por el voto democrático. Dejó una impronta de la justicia social, el desarrollo de la industria nacional y los pilares de una República.
Luciano Ingaramo