Predicciones que parecen ciencia ficción
Un nuevo modelo de IA, publicado en Nature, asegura que podrá predecir qué enfermedades tendremos dentro de 20 años, utilizando datos médicos, hábitos de vida y antecedentes personales. Su metodología se inspira en los grandes modelos de lenguaje, como ChatGPT.
La propuesta resulta seductora: anticipar riesgos hoy para cambiar hábitos, realizar chequeos tempranos o prevenir complicaciones futuras. Sin embargo, la ciencia muestra que un diagnóstico anticipado no siempre se traduce en mejores resultados de salud.
Los límites de la prevención
Muchas pruebas de cribado masivo han demostrado tener poco o ningún impacto en la mortalidad, según estudios con miles de pacientes.
Las enfermedades en fases iniciales son ambiguas: algunas progresan, otras nunca llegan a desarrollarse.
El exceso de diagnósticos puede derivar en ansiedad, gastos innecesarios y tratamientos que no aportan beneficios reales.
En este sentido, predecir no siempre significa prevenir eficazmente.
El lado oscuro: salud como obligación
El epidemiólogo Carlos Álvarez-Dardet alerta sobre un efecto “persecutorio”: convertir la salud en un mandato moral. Bajo esa mirada:
Enfermar se percibe como culpa individual.
La prevención se transforma en fuente de estrés constante.
La medicina se acerca más a un negocio de datos y pruebas que a un cuidado integral de las personas.
Según él, la IA no puede reemplazar la mirada crítica y empática de los médicos.
¿Esperanza o ilusión?
Pese a las dudas, muchos especialistas ven un gran potencial en la IA aplicada a la medicina:
Mejorar la planificación sanitaria de poblaciones enteras.
Potenciar la detección y tratamiento de cánceres agresivos.
Crear “gemelos digitales” que simulen la evolución de cada paciente y ayuden a decidir estrategias personalizadas.
Aun así, la tecnología está en una fase inicial y no captura dimensiones subjetivas que son fundamentales en cada historia clínica.
Saberlo todo… ¿o dejar lugar al misterio?
La gran pregunta es filosófica: ¿realmente queremos conocer con tanta anticipación qué nos depara la salud? Para algunos, tener esa información podría traer control; para otros, solo ansiedad e incertidumbre permanente. Como señalan varios expertos, no siempre más conocimiento garantiza una vida mejor.
¿Y si la IA también nos anticipara lo bueno?
Hasta ahora, gran parte de las promesas tecnológicas se concentran en detectar riesgos y enfermedades antes de que aparezcan. Pero la reflexión va más allá: ¿por qué no pedirle también a la inteligencia artificial que proyecte las oportunidades, satisfacciones y experiencias positivas que nos reserva el futuro?
Al fin y al cabo, el sentido de la medicina y la ciencia no debería limitarse a prolongar la vida, sino también a mejorar su calidad. Tal vez ahí se encuentre el verdadero desafío: que la IA no solo advierta sobre lo que podría dañarnos, sino que también nos recuerde todo lo que aún está por disfrutarse.