Hoy se cumplen cuatro años del Gobierno de Cambiemos. El régimen de Mauricio Macri fue bueno en lo político y malo en lo económico: acertó en la política exterior y fracasó, en líneas generales, en el manejo de la economía.
Si bien es cierto que durante su presidencia se concretó la Ley de Reparación Histórica que pagó el juicio a varios jubilados junto a la Ley del 82% móvil para ellos mismos, se sancionó la Ley de Acceso a la Información Pública exigida por la prensa independiente y crítica, se redujo el déficit fiscal, hubo algunas inversiones extranjeras y el Banco Central dejó un buen colchón de reservas de dólares, al final del mandato la inflación, el desempleo y la pobreza aumentaron.
Cuando en el exterior dejaron de prestarle dinero al Gobierno, Macri tomó una decisión errónea: pedir auxilio al FMI (Fondo Monetario Internacional), sin tener en cuenta que no existen antecedentes de un gobierno que haya tenido éxito en la concreción de un programa económico de ajuste fiscal pedido por el Fondo. El prestigioso organismo financiero accedió a otorgarle un empréstito de 44.000 millones de dólares.
Macri no logró concretar su reelección presidencial: el resultado de los comicios del 27 de octubre dieron como ganadora a la fórmula Alberto Fernandez-Cristina Fernandez con el 48% de los votos. Esa parte de la sociedad que estaba decepcionado con la gestión de Macri, decidió volver al pasado votando nuevamente al kirchnerismo.
De esta manera, Macri se convirtió en el primer presidente no peronista que logró terminar su mandato desde la recuperación de la democracia a fines de 1983. Dejó inconcluso un proyecto de democracia republicana y desarrollo nacional. Su legado es la política exterior mediante una adecuada representación en el mundo. Todo un mérito para un ingeniero que no proviene de la política y no comulga con la mirada de la política tradicional.
Luciano Ingaramo