El martes pasado por la tarde, la vicepresidente de la Nación Cristina Kirchner fue condenada a 6 años de prisión e inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos por defraudación al Estado en la causa Vialidad. No hay persecución judicial: el expediente tiene evidencias suficientes que confirman su responsabilidad penal en la causa. Además, hay un dato que no es menor: fue juzgada por jueces que ella misma nombró, en un gobierno que ella misma armó. Es una condena histórica: desde el regreso de la democracia e inclusive antes, no hay precedentes de que un vicepresidente haya sido condenado por la Justicia Federal por una causa de corrupción.
Tras el anuncio de la condena, Cristina Fernandez De Kirchner hizo una catarsis televisiva en la que comunicó su decisión de renunciar a su candidatura en 2023. Va a ser vicepresidenta hasta el 10 de diciembre de 2023 y a partir de ese día, al no tener más fueros, su futuro estará a merced de la Justicia. O sea, si la Corte Suprema de la Nación lo decide, el 11 de diciembre de ese año Cristina viajaría a la cárcel de mujeres en Ezeiza. La Justicia tiene la última palabra.
Luciano Ingaramo