Hoy se cumple un año de que César Gerardo Santos del Corazón de Jesús Milani, quien fue jefe del Estado Mayor del Ejército durante el gobierno kirchnerista, quedara detenido primero en la Provincia de La Rioja y luego en el penal de Ezeiza por delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura militar.
En los últimos dos años del segundo mandato del kirchnerismo, Milani comandó un Servicio de Inteligencia clandestino integrado por un pequeño sector de la ex-SIDE (Secretaría de Inteligencia del Estado), por la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA), y por el Servicio de Inteligencia del Ejército (SIE), con la finalidad de espiar, amedrentar y perseguir a opositores, fiscales y periodistas del gobierno saliente. Hay varios indicios que indican que este aparato de inteligencia paralela, fue el que mató al fiscal Alberto Nisman el 18 de enero de 2015 en el complejo de edificios Le Parc en Puerto Madero.
Si bien Milani está preso, hay un remanente de este Servicio de Inteligencia que continúa operando con los mismos fines ya mencionados y que está liderado por Fernando Pocino, un ex-espía de la SIDE que compartió con Milani el liderazgo de la SIDE paralela kirchnerista desde 2013 hasta 2015. Alguien que sigue siendo víctima de las operaciones de inteligencia del sobrante de este aparato de espionaje clandestino, es Clara Waite, la cuñada de Milani, quien lo denunció en marzo de 2015 por las tareas de espionaje hechas en el edificio donde actualmente vive, ubicado en la Provincia de Córdoba. Uno de los aspectos de la nefasta herencia que el populismo autoritario kirchnerista dejó en diciembre de 2015, fue eso: una unidad de inteligencia paraestatal financiada con el desvío de fondos públicos que hasta hoy conserva un resto aunque ya no cuente con los recursos del Estado. Su desmantelamiento, se concretará con justicia y tiempo.
Luciano Ingaramo