Una sustancia descubierta hace cuatro siglos en Inglaterra continúa utilizándose como relajante natural gracias a sus propiedades minerales.
Hace más de 400 años, en la ciudad de Epsom, Inglaterra, fue hallado un compuesto con un efecto inesperado sobre el cuerpo humano: tras sumergirse en aguas que contenían esta sustancia, los habitantes del lugar empezaron a notar un alivio en sus músculos y una sensación de calma.
Así se dio a conocer lo que hoy se conoce como sal de Epsom, un tipo de sal rica en magnesio que se diferencia de la sal de mesa por su sabor amargo y poco agradable, pero cuyo uso no se popularizó en la cocina, sino en los baños termales.
Con el paso del tiempo, la localidad británica se convirtió en un referente para quienes buscaban alivio físico y mental mediante baños minerales. Fue recién a finales del siglo XVII cuando este producto empezó a comercializarse por separado, facilitando su uso doméstico.
Propiedades y expansión del uso de las sales de Epsom
En la actualidad, el hábito de verter cucharadas de estas sales en la bañera se ha extendido por todo el mundo, especialmente por su fácil acceso en tiendas físicas y plataformas en línea.
Buena parte de su atractivo está vinculado a la relajación que ofrece. “La teoría básica de la eficacia de las sales de Epsom sugiere que sus componentes (magnesio y sulfato) se emulsionan en el agua caliente, lo que permitiría que las personas absorban sus bondades a través de la piel o inhalándolos en forma de vapor”, indica Ramiro Heredia, médico internista del Hospital de Clínicas José de San Martín.
Efectos calmantes para la piel y los músculos
Además de la relajación general, este tipo de baños puede ayudar en tratamientos tópicos.
De acuerdo con la Fundación Nacional de Psoriasis de los Estados Unidos (NPF), las sales de Epsom, así como otras sales minerales, el aceite o la avena, pueden contribuir a reducir la picazón y remover las escamas que produce esta enfermedad en la piel. La entidad también recomienda su uso como exfoliante suave o en la limpieza de cabellos con exceso de grasa.
“Esto debe ser hecho en el marco de un baño caliente y corto. Luego se enjuaga y seca la piel con palmaditas; y por último se aplica un humectante para mantener la piel hidratada”, sugiere la NPF.
Por otro lado, la Clínica Cleveland señala que “la sal de Epsom se utiliza para relajar los músculos y aliviar el dolor de hombros, cuello, espalda y cráneo”.
Este efecto se debe a la acción del magnesio, que también puede favorecer a quienes padecen dolores de cabeza o migrañas. Además, muchas personas la emplean luego de una jornada de entrenamiento físico intenso, como parte del proceso de recuperación muscular.
Impacto sobre el descanso y el estrés
No se trata únicamente del cuerpo: estos baños tienen una influencia positiva sobre la salud mental.
Estudios recientes sugieren que sumergirse en agua caliente puede reducir los niveles de cortisol, la hormona relacionada con el estrés, y facilitar el inicio del sueño, lo que mejora la calidad general del descanso.
Algunos usuarios que practican regularmente estos baños aseguran sentir un alivio emocional tras la experiencia.
Fuente: eltiempo.com