La película “La extorsión” empieza de una manera tranquila. Todo transcurre en su debida normalidad y armonía, hasta que el espectador se encuentra con algo inesperado: de repente, el piloto de avión Alejandro Petrosián (interpretado por Guillermo Francella), se encuentra ante un dilema moral. Debe elegir entre mantener oculto o no, un secreto médico que de salir a la luz le impediría continuar con su trabajo. El capo de los servicios de inteligencia del Aeropuerto Internacional de Ezeiza de nombre Saavedra (Pablo Rago) sabe todo sobre él. Conoce todos sus secretos. Alejandro debe optar entre hacer lo que Saavedra le pide (transportar una serie de cargamentos hacia la ruta Buenos Aires-Madrid) o ceder y soportar las nefastas consecuencias: el fin de su matrimonio con Carolina (el personaje de Andrea Frigerio) y también al prestigio y reconocimiento de sus pares, especialmente de su colega y amigo Fernando (Guillermo Arengo).
El director de la cinta, Martino Zaidelis, no escatima en el mantenimiento del suspenso y la intriga hasta el final. También se destaca tanto la actuación de Francella -con una interpretación apasionada y comprometida-, Rago -con una interpretación magistral de un hombre macabro y siniestro-, Andrea Frigerio (quien se desenvuelve muy bien en su rol) y Carlos Portaluppi, en el rol del director de la Policía de Seguridad Aeroportuaria. El resto de los actores secundarios aportan lo justo y lo necesario para que el filme sea lo que es: un thriller con la dosis adecuada de suspenso y acción. La dirección de Zaidelis demuestra un dinamismo escénico pocas veces visto, a la vez que mantiene el equilibrio de la esencia del buen cine: el entretenimiento y la reflexión. En ningún momento, la cinta pierde su ritmo y eso hace posible que el público se mantenga atento y expectante. Tampoco deja cabos sueltos, no están ausentes las sorpresas y los giros inesperados. Los planos son brillantes y el montaje está muy bien construido.
El protagonista se enfrenta cara a cara con la corrupción del poder oscuro de los servicios de inteligencia mediante una partida de ajedrez en una atmósfera de peligro y miedo, siendo consciente de que es víctima de una terrible extorsión. El final es inesperado y dejará al espectador con más preguntas que respuestas.
Luciano Ingaramo