Ver “Top Gun Maverick” es una experiencia única, maravillosa e inolvidable. Es el regreso supersónico de un piloto desafiante del límite de la gravedad. Gran parte del filme es pura adrenalina: allá arriba en el cielo, los pilotos de avión de guerra se enfrentan a la incertidumbre. No saben si volverán vivos de su misión.
Transcurrieron 36 años de la primera película de “Top Gun”. La tecnología avanzó. Y el protagonista, Pete Mitchell alias “Maverick”, (interpretado por Tom Cruise) es un hombre maduro devenido en capitán como un piloto con mucha experiencia. En esta ocasión, Maverick es convocado para ser instructor de un grupo de pilotos cuya misión es destruir una planta de uranio de un país no alineado con Estados Unidos. Su tarea no será fácil, debido a que en el equipo se encuentra el hijo de Nick Rooster alias “Goose”, -su escolta cuando Maverick era un joven teniente -, quien quedó resentido por la muerte de su padre en una misión.
La actuación de Cruise es genial, pues revive al gran personaje de manera fidedigna y a la vez refleja una evolución ligada al paso del tiempo. También se aprecia la interpretación de Jennifer Connelly en el rol de Penny, una vieja amiga de Maverick dueña de un bar por la que él se siente atraído. La actuación de los demás actores está muy bien, a la altura de una secuela muy esperada por la audiencia durante muchos años. Por cierto, la escena del reencuentro de Maverick con su viejo amigo, Tom Kazansky alias “Iceman”, (nuevamente interpretado por Val Kilmer) es grandiosa, emocionante y memorable. Una de las mejores escenas. Además, hay varios guiños a la película anterior. Una pizca ochentosa.
Los escenarios naturales son preciosos, los planos son espectaculares y el ritmo es el adecuado. No hay nada de más en esta cinta. Todo está en su justa medida.
Al inicio, los jóvenes pilotos instruidos por Maverick lo llaman peyorativamente “abuelo”. Pero él, conforme transcurre la película, demuestra que de abuelo no tiene absolutamente nada. El kilometraje recorrido a lo largo de más de 30 años de servicio en la Marina está a su favor. Tal es así, que sus vuelos son impresionantes y reflejan un dato inobjetable: él sigue siendo el mejor.
Luciano Ingaramo
